Tuesday, May 24, 2011

MONS. ROMERO y MARÍA LÓPEZ VIGIL
La primera audiencia del Papa Juan Pablo II con Mons. Romero, sostenida el lunes 7 de mayo de 1979, ha sido pintada como un encuentro conflictivo. Esta impresión surge desde el relato de María López Vigil, según ella cuenta, a base de una conversación que ella sostuvo con el mismo Mons. Romero, el 11 de mayo de 1979—apenas cuatro días después del hecho. Sin embargo, una comparación del relato de María López Vigil en su libro publicado en 1993, difiere en importantes aspectos, de la versión contada por Mons. Romero en su propio diario el mismo día de la audiencia. (Diálogo entre monseñor Óscar Arnulfo Romero y el Papa Juan Pablo II, "Testimonio" de María López Vigil, autora del libro PIEZAS PARA UN RETRATO, UCA Editores, San Salvador 1993; Diario de Mons. Óscar Arnulfo Romero, mayo de 1979.)

Las diferencias entre los relatos de Mons. Romero y María López Vigil comienzan desde las circunstancias que llevaron a la audiencia. Según López Vigil, Mons. Romero tiene que “mendigar” la audiencia cuando el Papa sale por la Plaza de San Pedro: “Monseñor Romero ha madrugado para lograr ponerse en primera fila. Y cuando el Papa pasa saludando, le agarra la mano y no se la suelta”. En el relato de López Vigil, Mons. Romero “reclama con la autoridad de los mendigos” al Papa: “Santo Padre: soy el Arzobispo de San Salvador y le suplico que me conceda una audiencia”. Pero en el Diario de Mons. Romero, el asunto es diferente: es el Papa el que propone la reunión privada. Mons. Romero cuenta que el Papa lo invitó a Mons. Romero y a 40 otros obispos allí presentes a dar una bendición compartida desde la tarima Papal, y después los saludó uno por uno: “Al estrecharle la mano y pedirle una bendición para la Arquidiócesis de San Salvador, él me dijo que tendríamos que platicar en privado”.

Las diferencias continúan—y se magnifican—el día de la audiencia. En la narración de López Vigil, cuando Mons. Romero se presenta ante el Papa con varios informes gruesos, el pontífice reacciona con evidente desagrado. Escribe López Vigil: “No toca un papel el Papa. Ni roza el cartapacio. Tampoco pregunta nada. Sólo se queja”. Entonces, López Vigil atribuye estas palabras al Papa: “¡Ya les he dicho que no vengan cargados con tantos papeles! Aquí no tenemos tiempo para estar leyendo tanta cosa”. Es una escena fuerte la que describe López Vigil, pero de fuerte también podríamos caracterizar la diferencia en el relato de Mons. Romero. Nos ha dicho López Vigil que el Papa no preguntaba nada. Mons. Romero describe una escena distinta: “Comenzó a preguntarme por la situación del país”. El Papa de López Vigil resulta desinteresado y resiste la revisión de los documentos. El Papa de Mons. Romero es acomodaticio y revisa todo lo presentado: “Un gesto que me quedó grabado para siempre es la atención con que Juan Pablo II escucha”, recordaba Mons. Romero. (Homilía del 13 de mayo de 1979.). “Cuando terminaban sus frases y yo comenzaba a hablar, él se ponía todo [en] atención, hasta físicamente se inclinaba para escuchar, como para comprender”. (Ibid.) “Le invité atentamente a que siguiéramos el memorandum que llevaba escrito, a lo cual él accedió gustoso. Comenzamos a leer y yo le iba sacando los documentos” (Su Diario). Y cuando el Papa de López Vigil contesta con una exclamación de enojo, el Papa de Mons. Romero responde con una sonrisa: “Cuando saqué el folder de las informaciones extranjeras sobre la situación del país se sonrió viendo que era un volumen muy grueso y que no habría tiempo de ver”.

López Vigil escribe un relato en cual Mons. Romero le habla al Papa conmovido sobre el asesinato del P. Octavio Ortiz y el Papa le resta importancia al tema (“- Tan cruelmente que nos lo mataron y diciendo que era un guerrillero... -hace memoria el arzobispo. - ¿Y acaso no lo era? -contesta frío el Pontífice”.) Es interesante que tal relato no consta en absoluto en el Diario de Mons. Romero, quien se limita a contar que entrego el informe: “Le dí también un folder con el retrato del Padre Octavio, muerto, y con mucha información sobre ese asesinato ... Yo le aclaré y él me dió la razón de que hay circunstancias, le cité, por ejemplo, el caso del Padre Octavio, en que se tiene que ser muy concreto porque la injusticia, el atropello ha sido muy concreto”. Y después de toda la descripción que parece coincidir muy poco con la de Mons. Romero, López Vigil nos deja con una frase que puede tipificar la aptitud del Papa de la versión de López Vigil: “¡No exagere, señor arzobispo!” Mons. Romero, sin embargo, se queda con otra frase de aquella audiencia: “[E]n el fondo recordé que había recomendado ‘audacia y valor, pero al mismo tiempo, mesurada por una prudencia y un equilibrio necesario’.”

Según López Vigil, “Todo esto me lo contó Monseñor Romero casi llorando el día 11 de mayo de 1979, en Madrid, cuando regresaba apresuradamente a su país, consternado por las noticias sobre una matanza en la Catedral de San Salvador”. En una entrevista, López Vigil cuenta de que, “Lo vi en un estado de ‘shock’. La primera cosa que él dijo fue, ‘Ayúdeme a entender porqué he sido tratado por el Santo Padre de la manera que me trató’.” (Transcripción del programa televisivo, John Paul II: The Millennial Pope [Juan Pablo II: El Papa Milenio], PBS, 28 de septiembre de 1999.) Según el Diario de Mons. Romero, el 11 de mayo de 1979 en Madrid, “Me comuniqué con el Padre Pedro, de los pasionistas, quien vino junto con María [López Vigil], la escritora que escribe en Vida Nueva [esta descripción confirma que es López Vigil], y que hizo un bonito reportaje”. No menciona haber hablado con ella sobre la reunión con el Papa. Además, Mons. Romero confiesa que hasta ese día ni siquiera conocía a la Sra. López Vigil: “Tuve mucho gusto de conocerla y de saludar al Padre Pedro Ferradas y compartir con ellos muchos recuerdos e impresiones de nuestra vida en El Salvador”. Si Mons. Romero tuvo la conversación con López Vigil que ella describe, y que supuestamente constituye la base de sus aseveraciones sobre la audiencia de Mons. Romero con el Papa, resulta una interesante omisión por Mons. Romero el no mencionarlo en su Diario.

Antecedentes:

La Adhesión de Mons. Romero a Juan Pablo II

La Identidad Generacional entre Mons. Romero y Juan Pablo II (en inglés)

2 comments:

Oscar Castellanos. Hijo de Dios said...

Muchas gracias por esta publicación. Yo había leído el relato de la señora López Vigil, y sabía que ello no podía ser. Definitivamente esa señora tiene una saña en contra de la Iglesia que Cristo fundó y permanece en la Iglesia Católica. Pero con Monseñor Romero ese juego no le resultó, pues Monseñor Romero siempre fue fiel a Cristo, a su Palabra Viva, y al Magisterio de la Iglesia, ello fue lo que lo llevó a su martirio

Carlos X. said...

Ojala que algun día, la misma señora López Vigil lea esta ponencia y exponga sobre las diferencias con Mons. Romero en un comentario. Yo no la conozco, pero creo que su afinidad por monseñor es auténtica. Lo que no me explico es el por qué de las divergencias. Gracias por pasar saludando.