Friday, January 14, 2011

"¡SANTO SUBITO!"

El anuncio de que Juan Pablo II será beatificado el 1° de mayo está conmoviendo al mundo del catolicismo, y ¡con que razón! El pontífice polaco tocó hasta el último rincón de la Iglesia, incluyendo a la Iglesia Salvadoreña, la cual visitó en persona dos veces, visitando en cada una de estas ocasiones la Tumba de Monseñor Romero. El mensaje que Juan Pablo llevó a todas partes era un mensaje a veces dificil de aceptar, pero lo llevó con vigor pastoral, y abrió su corazón y su mente para tomar en cuenta puntos de vista que a veces chocaban estrenuamente durante tiempos de conflicto en la Iglesia y en el mundo. En el caso de Mons. Romero, con quien el papa trató en reiteradas veces, los dos se enfrentaron en encuentros decisivos que Mons. Romero comparó a los debates entre San Pedro y San Pablo en los tiempos antiguos de la Iglesia. Juan Pablo surgió de esos encuentros más abierto a la situación de Mons. Romero y fue uno de los primeros adentro de la Iglesia en abrir el camino de Mons. Romero hacia la canonización.

Ahora, resulta que el que encaminó al otro a los altares está llegando con anterioridad y, quizá, algunos seguidores de Mons. Romero sentirán emociones mixtas al ver la celeridad de una causa y lo lento de la otra. Que bueno sería si todos supieran comprender que el éxito de Juan Pablo es de toda la Iglesia y que el ascenso de su causa es tal de que levanta y ayuda a muchas otras cosas buenas en la Iglesia, incluyendo la causa de santidad de Mons. Romero. Consideremos que si Juan Pablo es santo, y este santo se arrodilló ante la Tumba de Mons. Romero, sigue dando un gran aval a la causa de Mons. Romero. Si Juan Pablo es santo, y este santo inscribió el nombre de Mons. Romero, con su santa y temblorosa mano (estremecida por el padecer de Parkinson), cuando se conmemoraron los mártires del Siglo XX en el Coliseo de Roma en el año 2000, esto ayudará en la causa de Mons. Romero. Si Juan Pablo es santo y este santo caracterizó a Mons. Romero como "veraderamente un mártir" y un "pastor celoso" que dio su vida por su pueblo, es un tremendo testimonio que abona el camino de Mons. Romero hacia los altares.

La beatificación de Juan Pablo II es una lección para todos los creyentes sobre el valor de un santo, especialmente de un santo de la modernidad. Hoy como siempre, los santos se postulan como ejemplos y modelos del bien que la fe nos da, en medio de la complejidad y de la negatividad con cual el mundo actual nos golpea constantemente, y nos ayudan a recordar el gran valor de la trascendencia. ¡Gracias a Dios!

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